ESCRITURA Y GRAFOLOGIA (2)
Existen numerosas referencias y citas
antiguas que indican la inquietud por la interpretación del carácter de las
personas, y ya Aristóteles y Demetrio anticiparon que la escritura revelaba el
carácter.
El sistema de la Grafología actual fue
creado por el abate francés Juan Hipólito Michón (1806 – 1881), quien escribió
el primer tratado de grafología y que dio nombre a esta ciencia.
En realidad, el interés por la escritura es
muy lejano en el tiempo y han existido culturas muy desarrolladas, como la del
antiguo Egipto, en donde era considerada como algo sagrado y en China se le
tributaba un culto especial. No fue fácil conseguir representar los sonidos
emitidos por la voz humana en algo material y por eso su evolución tuvo tres
etapas: la pictográfica, la ideográfica y la fonética, sin que podamos atribuir
el invento a ningún país en concreto.
Posiblemente cada raza o grupo de personas
tuvieron su propio sistema, lo que explicaría la gran cantidad de idiomas y
dialectos que existen en la actualidad. Los que más perfeccionaron el sistema
fueron los egipcios, con sus populares jeroglíficos o pictogramas, a los que
añadieron poco a poco elementos fonéticos y pictográficos.
Después vinieron los fenicios, que
adaptaron el sistema egipcio y sus signos alfabéticos, modificándolos para dar
paso con el transcurso de los años a las escrituras hebreas – samaritanas,
arameas, griegas, etruscas y latinas. Simultáneamente, y sin que parezca
existir una conexión entre ambas, se desarrollaba la escritura china, basada en
ideogramas y que poco a poco se convirtieron en signos convencionales que
representaban escenas y comportamientos. Este sistema, que aún perdura en gran
medida, fue adoptado por los japoneses.
La escritura cuneiforme se elaboró en los
territorios del Éufrates y el Tigris, de Persia, Armenia y parte de Egipto,
aportando la peculiaridad de caracteres con forma de cuña o clavo. Esa
escritura era ideográfica, con caracteres silábicos, y poco a poco se
esquematizó y se hizo casi definitiva.
En América, sus habitantes también
desarrollaron formas de escritura que plasmaban en rocas, maderas o papel. Los
Jeroglíficos aztecas son una prueba de ello, aunque no consiguió evolucionar
después de la conquista de sus territorios, algo que se consiguió con la de los
mayas cuando paso de jeroglífica a alfabética.
Ambas formas de escritura, la pictórica y
la ideográfica, permanecieron en sus países de origen y casi has desaparecido
en la actualidad, dando paso a una forma generalizada de escritura fonética y
alfabética que consiguió ser casi universal por la facilidad de aprenderla.
Esencialmente, la escritura tal y como la conocemos ahora en Occidente, es de
origen fenicio, cambiando poco apoco a las ramas griegas, latina, cartaginesa,
hebrea, aramea, árabe, etíope e hindú.
LA CIENCIA DEL ANÁLISIS DE LA ESCRITURA
Existen dos tipos de ciencia, la
Naturwissenschaft, o ciencias naturales, y la Geisteswissenschaft, o ciencias
mentales / morales / espirituales. Esta diferenciación lleva mucho más tiempo
reconocida en los países de habla alemana, pero fuera de la órbita cultural
alemana se la ignora o se la niega.
Las ciencias naturales se ocupan de los
fenómenos repetitivos de la naturaleza. En un estudio de ese tipo, se somete a
un número finito de variables a un análisis cuantificable. En física, por
ejemplo, se puede predecir con absoluta certeza las reacciones del agua al
enfriamiento entre la temperatura normal y cuatro grados centígrados, y, a la
inversa, entre cuatro centígrados y cero, siempre que las condiciones de
presión se mantengan constantes. En psicología y caracterología resultan
imposibles unas predicciones con un grado de exactitud de entre el 87/ 88 % y
el 95 %. Y un grafólogo altamente
experimentado puede alcanzar un porcentaje de exactitud todavía superior.
Pero la mente no es naturaleza, y, por
tanto, el estudio de la mente no puede abordarse con la metodología propia de
las ciencias naturales. De hecho, la palabra alemana Geist no puede traducirse
adecuadamente a otros idiomas: significa “mente”, “espíritu”, “cultura”, “civilización”,
etc., todo a la vez. La historia es el ejemplo óptimo de ciencia mental/ moral
/ espiritual. A diferencia de la física, que se ocupa del estudio de los
fenómenos repetitivos de la naturaleza (estudio de las partes); la historia se
dedica al estudio del fenómeno de una vez por todas del Geist (estudio del
todo). Por ejemplo, la firma de la Carta Magna fue un fenómeno de una vez por
todas del Geist. Otro ejemplo puede ser el de la configuración única de las
huellas dactilares (ciencia de la quirología), contra la configuración única de
la firma de alguien al firmar un cheque a una hora exacta de un día exacto,
etc. Lo que se quiere decir, es que la grafología es una Geisteswissenschft, y
que, como tal, no puede estudiarse correctamente dentro de los términos de
referencia de las ciencias naturales.
Las ciencias naturales son un estudio de
las partes, mientras que el estudio del Geist los es del todo. Aquí debe
resaltarse que un “todo” es un agregado; es decir, la simple suma de partes. De
aquí se deduce cualquier investigación experimental o estadística del Geist es
algo así como un pecado original intelectual, pues revela una incomprensión
básica del tema abordado. Y cualquier se practicante de psicología que insista
en aplicar sólo las técnicas de las ciencia naturales deberá limitarse por
definición a los fenómenos periféricos de la Neurofisiología y de la anatomía.
El don para el estudio de la “mente”, el
“espíritu”, el “alma”, etc., se basa esencialmente en la capacidad para ver el
significado, estructura y configuración del mundo de los fenómenos; es decir,
en la habilidad para aprehender las cosas simbólicamente. Así pues, antes de
emprender el estudio de las partes, se debe contar con el todo. Tal como indicó
Klages, se puede descomponer el todo en sus distintas partes, pero componer el
todo con las partes resulta imposible a menos que se haya extraído ya del todo
la idea que debe guiar el proceso de composición.
Al llegar aquí, conviene aclarar otro
punto. No se quiere crear una oposición a los esfuerzos de los excelentes
experimentadores psicológicos y grafológicos que dedican horas al estudio de
detalles físicos tales como la presión muscular, la viscosidad o espesor de la
tinta, la superficie del papel, etc., Estos estudios efectúan aportaciones
sumamente valiosas a un enfoque a la psicología de la forma de escribir propio
de las ciencias naturales, pero constituye una falacia dar por sentado que
puedan llegar a resolver nunca los problemas de la grafología, pues son
precisamente sus métodos los que impiden hacerlo.
El acto de escribir constituye una
expresión simbólica del Geist, de un todo. Y o bien las leyes relativas a dicha
expresión son válidas o no lo son. En el segundo caso, tanto la teoría como la
práctica de la grafología son una majadería. Y si son válidas, ninguna
investigación fragmentaria y parcial podrá reafirmar o contradecir
significativamente el estudio de la escritura como gesto expresivo de un todo.
Por ejemplo, cuando el instrumento de escritura se desplaza hacia la zona
superior del papel, lo hace impulsado por la actividad muscular de los
extensores. Cuando el instrumento se desplaza hacia la zona inferior del papel,
lo hace impulsado por los flexores. Pero una preferencia de la zona superior
simboliza una conducta idealista y no sometida a los instintos, mientras que
una preferencia por la zona inferior simboliza una conducta materialista y
sometida a los instintos (no idealista). Estamos por supuesto de acuerdo en que
no podría haber zona superior o inferior en la escritura sin la coordinación de
las actividades musculares flexores o extensoras, impulsadas ellas mismas por
actividades neuroendocrinas. Pero tales actividades neurofisiológicas y
musculares simplemente son las expresiones somáticas y naturales de la
“psique”, que es Geist. Negarlo sería como representar a Hamlet sin el príncipe
de Dinamarca. Tampoco cabe explicarlo mediante la teoría del paralelismo
psicofísico, pues no se trata de un caso de paralelismo de fenómenos
independientes.
Lo que refleja la actividad particular de
una mente individual es siempre la proporción de tensión entre dos factores
opuestos. Lo que hay que observar e interpretar es la diminuta oscilación entre
derecha e izquierda, arriba y abajo, entre tensión y relajamiento y todas las
demás polaridades; pues en nuestra escritura se reflejan fielmente todas
nuestras tendencias y direcciones contradictorias emprendidas en la vida. En
cualquier momento, lugar o circunstancias somos buenos y malos, egoístas y
altruistas, egocéntricos o interesados por los demás, optimistas o pesimistas,
decididos o irresolutos, confiados o asustados, seguros o atemorizados. Y no
somos nunca el mismo, variamos de día en día, de hora en hora, algunas veces de
minuto a minuto, pues nos encontramos en todo momento, por así decirlo, “dando
bandazos por la vida”, con pensamientos y emociones fluctuantes, ligados a las
convenciones, anhelantes de libertad, esperanzados y desesperados, de forma que
nuestra escritura está sometida a continuos cambios.
Pero todas nuestras experiencias vitales no
alteran la estructura fundamental de nuestro carácter y temperamento, aunque
pueden impulsarnos en una nueva dirección y estimular un desarrollo o evolución
determinados dentro de nuestras posibilidades innatas. De este modo, los
cambios repentinos en nuestra escritura no transforman su estructura
fundamental. Se producen cambios, y debido a ello nuestra forma de escribir es
variable. Aunque el grafólogo experto es capaz de pasar revista a las
diferentes etapas del desarrollo infantil y de la adolescencia, de seguir los
avances de un paciente sometido a la psicoterapia, o de observar los efectos de
una nueva profesión o de un matrimonio desgraciado, hay que reconocer que
nuestra escritura no registra siempre de forma inmediata todos los cambios en
nuestras actitudes hacia la vida. Esto puede deberse al hecho de que
determinados cambios se producen lentamente, de que seguimos aferrándonos a los
movimientos habituales e intentamos ocultar – consciente o inconscientemente –
el cambio de nuestro punto de vista o actitud. En la forma de escribir influyen
numerosos factores, y no cabe tomar en consideración todos ellos en cualquier
muestra aislada de escritura.
Pero las objeciones habituales carecen de
valor. No importa, por ejemplo, si una persona disfraza su forma de escribir –
consciente o inconscientemente -. Se ha descubierto experimentalmente qué
características resulta fácil modificar y cuáles no. Los esfuerzos arbitrarios
por transformar una escritura pueden engañar a un lego, pero no lo conseguirá
con un experto que conoce todos los extraños trucos relativos al disfrazamiento
consciente e inconsciente de la forma de escribir.
Todos nosotros diferimos en nuestra
capacidad de expresar nuestros pensamientos y sentimientos. La constitución
física, el temperamento o toda la estructura endocrina así como, por supuesto,
nuestra educación, determinan nuestras modalidades de expresión. De acuerdo con
todo ello, algunas formas de escribir resultan mucho más significativas que
otras. Pero por extraño que parezca, y como puede observarse en las reacciones
de su vida cotidiana, la riqueza o pobreza expresiva de un individuo no está
siempre de acuerdo con su patrón real de conducta. Las expresiones del rostro y
los gestos pueden controlarse y entrenarse fácilmente, pero la forma de
escribir revela irremisiblemente todas las combinaciones y contradicciones de
nuestras actividades mentales. Debe señalarse, no obstante, que no existe ni un
solo rasgo del carácter que se revele a través de una característica aislada de
la escritura. Por el contrario, una evaluación rígida de determinados signos
puede conducir a falacias. Esto revela el peligro y la inutilidad de consultar
textos grafológicos basados en signos fijos. No podemos juzgar una
característica aislada y aplicarla de forma general a una personalidad
considerada globalmente. No cabe resolver sobre una baso tan simple las
contradicciones internas del organismo humano y la polaridad de una unidad tan
sumamente compleja como la de mente – cuerpo. En la unicidad del individuo sólo
se integrará la combinación e interconexión de todas las características de una
determinada forma de escribir. Y como es unicidad está condicionada por
innumerables factores, se deduce que todas estas fuerzas y tendencias
contrapuestas no pueden encontrarse expresadas en una o dos características o
rasgos aislados. Por ejemplo, entre estas fuerzas y tendencias contrapuestas se
encuentran la disposición y comportamiento de cromosomas y de los genes, las
leyes de Mendel, la determinación por el sexo, el funcionamiento endocrino, la
constitución y funcionamiento de los sistemas simpáticos y parasimpático, todo
ello unido a factores tales como el clima, la cultura, las tradiciones, las
relaciones sociales y la educación. Por todas estas razones, el análisis
grafológico es una disciplina o materia basada también en la intuición; es
decir, en una comprensión inmediata por parte del grafólogo de la escritura
como totalidad.
Mucha gente formula objeciones al empleo de
la intuición, pero es la intuición la que nos permite ir más allá de la
apariencia de la vida y experimentar de este modo su esencia. Por medio de la
razón mantenemos nuestra cordura y proseguimos nuestras actividades cotidianas,
pensando matemáticamente en términos de tiempo: pasado, presente y el futuro.
Pero no existe sólo el pasado, el presente y el futuro, nos encontramos también
en un continuum de espacio – tiempo. Negarlo equivaldría a intentar comprender
una película deteniendo el proyector y estudiando el filme imagen por imagen.
El significado de una película va ligado a su movimiento. De igual modo, el
Geist sólo puede comprenderse como algo global mediante el acto intuitivo que
da lugar a una intuición.
Cabe decir, a modo de resumen, que la
grafología es la ciencia que se ocupa del análisis e interpretación de la
escritura. Desde el punto de vista neurológico, ésta es una manifestación del
funcionamiento del cerebro, y cabe resaltar aquí que la mano – la extremidad
prensil normalmente empleada para escribir – cuenta con una proporción mayor de
representación cortical en el cerebro que cualquier otra parte o sistema del
cuerpo. Desde el punto de vista caracterológico, constituye una manifestación
del funcionamiento psíquico. Se trata de una ciencia, pues cuenta con un
conjunto de conocimientos organizados derivados de descubrimiento comprobados
efectuados en su campo; pero lo es también en el sentido de que los
descubrimientos comprobados constituyen la base para el análisis de la
escritura. Debido al elemento subjetivo inherente a toda la interpretación, la
grafología no es una ciencia exacta en el sentido en que puede serlo la física,
pero debe recordarse que la ciencia no se limita a las áreas del conocimiento que
se pueden interpretar solo mediante métodos puramente objetivos que implican
una medición exacta. Además, para lograr un todo vivo hay que sintetizar los
descubrimientos o hallazgos de carácter analítico, y esta tarea creativa
equivalente necesariamente a un arte. No obstante, el análisis y la síntesis no
son dos procesos mentales separados ni en términos de funcionamiento ni en
términos de secuencia temporal, sino más bien los dos polos o aspectos de toda conceptualización.
De todo lo expuesto se deducirá que el grafólogo experto debería contar con
conocimientos de psicología general, así como con conocimientos especializados
de psicología profunda y caracterología. Debería disponer además de una amplia
formación cultural que abarcarse las ciencias naturales, las ciencias sociales
y las humanidades.
Las bases de la grafología pueden reducirse
a trazos y curvas que se expresan sobre el plano vertical u horizontal,
ciertamente, hay que observar también las sutiles diferencias de presión. Cada
trazo y cada curva, según el plano en que se encuentra, constituye una
expresión del “De mí – a – ti”. Okakura señalo que “cada trazo de escritura
expresa toda una vida. Esta es la teoría de Paracelso del “macrocosmos – microcosmos”
superficialidad aplicada a la interpretación de la escritura. Con un simple
vistazo a una muestra de escritura, el grafólogo experto se hace una idea
inmediata de toda ella. Ha superado ya la etapa de la lectura consciente de la
escritura y se dedica únicamente a la interpretación que se deriva del análisis
y síntesis inconscientes y de número incontable de polaridades psíquicas. Pero
todo el mundo posee cierta intuición, y según el estudiante de grafología vaya
adquiriendo experiencia comparando y contrastando muestras de escritura a la luz
de la teoría grafológica, irán desarrollándose sus poderes o capacidades
intuitivas.
INTRODUCCIÓN
A LA GRAFOLOGÍA
La grafología permite a través de su
técnica conocer a profundidad la personalidad de un sujeto por medio del
estudio psicológico de los grafismos normales y patológicos de la escritura
manuscrita y cursiva de la persona analizada.
La grafología es aceptada como ciencia en
la actualidad debido a sus logros y a la seriedad de sus conceptos.
La relación entre escritura y cerebro y su funcionalidad,
la escritura es la fotografía de los movimientos cerebrales y al escribir se
fija en el papel un gesto interior. La ciencia grafológica investiga la
escritura teniendo en cuenta que ésta es la suma de gestos gráficos emanados
del cerebro. Existe una dinámica y estrecha relación entre el cerebro y los
gestos. Cuando se realizan los movimientos voluntarios e involuntarios en el
momento de la escritura, todos los músculos ejecutan la orden que a través del
sistema nervioso imparte el cerebro. La escritura resultante revela las
tendencias conscientes e inconscientes que hay en la psiquis de esa persona. La
Ciencia Grafológica toma a la escritura como un todo, y de este modo interpreta
pasando al consciente el significado inconsciente de los grafismos de quien
escribe, revelando así las características elementales del psiquismo del ser
humano.
La palabra “grafología” proviene del griego
grafo, trazo y logos, ciencia,
Los aspectos técnicos que se deben de tomar
en cuenta para conservar el rigor científico. Para realizar una correcta
evaluación de la persona analizada, ésta debe escribir una carta manuscrita
personal que lleve su firma, en letra cursiva minúscula y preferentemente en
lápiz o con bolígrafo en su defecto. Se debe realizar en una hoja de papel
blanco, tamaño carta y sin renglones. El texto debe ser espontaneo.
Para la Ciencia Grafológica, el
grafoanálisis es una disciplina basada en la interpretación de factores
escriturales, tales como inclinación, dirección, forma, dimensión, velocidad,
presión, continuidad y orden; dentro de este último se hallan la disposición,
la distribución y la proporción.
En grafología cualquier tipo de accidente
gráfico como: invasión de zonas (márgenes), temblores, borrones, tachaduras o
enmiendas, fracturas de letras, puntos fuera de lugar, retoques de letras,
mayúsculas sobre alzadas, achiques o agrandamiento de letras, palabras o letras
inconclusas, etc., son elementos que revelan la clave para definir el conflicto
íntimo de ese acto fallido en la escritura.
ANTECEDENTES
HISTÓRICOS DE LA GRAFOLOGÍA
Como ciencia, la grafología cuenta con una
historia de algo menos de cien años. Pero la idea de una conexión entre la
escritura y el carácter / personalidad ha existido desde tiempo antiguos. Así,
Cayo Suetonio Tranquilo, escribiendo en el año 120 después de Cristo (De vita
caesarum), señala: “No pone un guión y continúa en la línea siguiente, aunque
esto signifique tener que apretujar las letras, sino que se limita a
estrecharlas y a curvar el final de la línea de abajo”. Y en el siglo IV antes
de Cristo se encontraba ya altamente desarrollada la modalidad China de
escritura denominada de “hierba”. Kuo Jo-hsu (1060 – 1110 antes de Cristo)
concedió toda su importancia a la escritura cuando señaló: “la escritura muestra
indefectiblemente si procede de una mente noble o de una persona vulgar”. Y fue
Okakura quien señaló: “Cada trazo de escritura expresa toda una vida”.
En la Europa de la Alta Edad Media, la
escritura la platicaban profesionalmente los monjes. En los siglos XII y XIII
su uso se generalizó más entre las personas educadas, debido fundamentalmente a
la influencia de la cultura islámica. Y por influencia del Renacimiento su uso
se popularizó todavía más. Las investigaciones de los académicos renacentistas
demostraron también en Aristóteles se mostró interesado por la escritura y la
personalidad; y esto había ocurrido más de trescientos años de Cristo.
Acercándonos más a la época actual, el
primer libro sobre grafología aparecían en Bolonia a comienzos del siglo XVII,
y su título era Ideografía. A continuación, en 1622, vino el minucioso tratado
de Camilo Baldi, que relacionaba la escritura con la personalidad. Baldi era
doctor y catedrático de la universidad de Bolonia, y su obra llevaba un título
adecuadamente largo y pomposo: “Tratatto come da una lettera massiva si
cognosca la natura e qualita dello scrittore”. En este tratado señalaba: “Es
evidente que cada persona escribe de un modo propio y peculiar, y que en sus
cartas privadas todo el mundo emplea formas tan características que no pueden
ser imitadas por ningún otro individuo”. Y sus conclusiones eran las
siguientes: “Mediante una examen atento, cabe reconocer estos y otros rasgos
similares en cualquier escritura. No obstante, hay que observar cuidadosamente
si las características de la escritura se repiten y, además, si son en algún
sentido artificiales, así como si se deben a diversas razones engañosas
derivadas de los materiales utilizados para escribir”. Jacoby ha alabado esta
obra como el primer paso hacia una ciencia grafológica en Europa y, de hecho, un
intento admirablemente inteligente y lúcido. A partir de esa fecha han
aparecido numerosas obras sobre grafología en diferentes idiomas.
Leibniz, el gran filósofo y matemático
alemán, señaló: “en la medida en que no se limite a imitar la del maestro, la
forma de escribir expresa algo del temperamento natural”.
J. Ch. Grohmann, catedrático de teología y
filosofía en la universidad de Wittenberg, escribió:
“disfrazar la escritura propia resulta tan
difícil como disfrazar la fisonomía. Y al igual que la fisonomía permanece en
lo esencial inalterable, y en respuesta a la emoción interior sólo se activan
los músculos móviles, el carácter de la escritura permanece básicamente
inalterable a pesar de cualquier disfraz, aun en el caso de enmascararse
mediante rasgos falsos y engañosos. He encontrado en todo momento que la
capacidad de disimular la propia escritura está al mismo nivel que disfrazar el
carácter y la apariencia” (tratado titulado “Examen de la posibilidad de
deducir el carácter a partir de la escritura 1792).
Fue Michón, el Abad francés, quien acuñó e
introdujo en 1871, el término grafología. Se centró en estudios de las letras
por separado, basándose únicamente en observaciones empíricas, y careciendo por
tanto de una confirmación de sus hallazgos a través de la interpretación
psicológica. Crépieux Jamin, su discípulo sucesor, perfeccionó las detalladas
observaciones de Michón, alejándose al mismo tiempo de “la escuela de los
signos fijos” y pasando al estudio de los aspectos globales de la escritura.
Pero fueron Preyer (psicólogo infantil),
Meyer (psiquiatra) y Klages (filósofo) quienes dieron nuevo impulso a la
grafología mediante sus experimentos y estudios psicológicos. Han contribuido
más que nadie a situar a la grafología entre una base sólida que le permite
aspirar a status de ciencia. Preyer era catedrático de filosofía en la
universidad de Jena, y demostró que un escrito realizado con la mano izquierda
o derecha, con un pie, o incluso con la boca de una misma persona, poseía una
similitud de formas. Meyer fue un psiquiatra que puso de relieves tres
importantes factores en el trazo escrito: la extensión, la velocidad y la
presión. Contribuyó al desarrollo de una nueva ciencia de la caracterología,
pues descubrió que los problemas de expresión constituyen aspectos del
carácter. Pero fue Klages quien desarrolló una nueva ciencia de la expresión
que postulaba leyes y principios por los que se regían la grafología, el
movimiento expresivo y la caracterología. Pensaba también que la ley básica de
la expresión consiste en que cada movimiento físico de carácter expresivo pone
de relieve las tensiones e impulsos de la personalidad.
Resaltó la importancia de evaluar
intuitivamente el ritmo de un texto escrito y llegar de ese modo al “nivel
morfológico”. Kraepelin fue psiquiatra, autor de la denominada “escala de
Kraepelin “, que intenta medir la velocidad y presión de la escritura en los
manuscritos, tanto de las personas mentalmente equilibradas como las
mentalmente desequilibradas.
Se han efectuado intentos de separar la
grafología de cualquier orientación filosófica concreta de la caracterología y
se basaba firmemente en los descubrimientos y enseñanzas de una u otra de las
escuelas de psicología profunda: el psicoanálisis de Freud, la psicología
analítica de Jung, la psicología individual de Adler, la “schicksal” psicología
de Szond, etc., Schlag y Pulver (grafólogo Suizo) realizaron tales tentativas
dentro del marco del sistema de Jung. Fue Pulver, en concreto, quien redujo
todas las teorías y enseñanzas de la grafología a la fórmula siguiente: “la
escritura es el camino que conduce desde el Yo al Tu; el puente por el que pasa
la comunicación desde el ego al medio”. Un grafólogo de orientación freudiana
podría expresarlo de forma parecida, afirmando: “la escritura es el simbolismo
que expresa las relaciones subyacentes ego – objeto”. En la teoría freudiana
todo el mundo y todas las cosas (llamado medio) son los objetos (energía
psicosexual). Cabe señalar, de pasada, que Pulver ha estudiado el simbolismo de
los espacios en la escritura.
Tres grafólogos Checos, Fanta, Menzel y
Schönfeld, lanzaron en 1939 una publicación grafológica. Anteriormente
existieron ya otras publicaciones grafológicas: Klages había fundado y dirigido
la Central Blatt Fuer Graphologie; pero, dado su interés, fue muy lamentable
que esta publicación checa tuviese muy poca vida.
En Hungría se creo, ya en 1920, un
Instituto Grafológico. Entre los grafólogos húngaros han destacado Roman, Balazos,
y Harnal. La grafología se ha visto oficialmente reconocida en Hungría debido a
que tanto psicólogos de la universidad como los médicos complementan sus
descubrimientos, investigaciones y técnicas mediante descubrimientos,
investigaciones y técnicas grafológicas. Y la grafología aplicada ha encontrado
salidas en la investigación educativa húngara. Roman inventó un grafodino para
medir los fenómenos grafológicos, mientras que Balazs y Hajnal estudiaron la
materia desde el punto de vista del psicoanálisis.
En Estados Unidos, la grafología ha
recibido atención por parte de June Downey, de la universidad de Iowa, así como
Allport y Vernon, de la Clínica psicológica de Harvard. En sus investigaciones,
Downey empleó el método de equiparación, comparando los juicios basados en la
escritura con los descubrimientos basados en la gesticulación, forma de andar,
porte, etc. Allport y Vernon, por el contrario, recurrieron más a las
estadísticas y al enfoque experimental. Cabe mencionar aquí que Saudek, un
grafólogo checo, quien intento abordar los problemas grafológicos en términos
aceptables para los psicólogos experimentales. Trabajó en colaboración con
Allport y Vernon. Una importante conclusión de los psicólogos experimentales y
de los grafólogos que colaboraron con ellos fue la confirmación experimental de
que, como tal, un rasgo aislado carece de significado fijo. Zubin y Lewinson
son los autores de un enfoque más clínico, que recurre a escalas, y que se ha
visto continuado por el trabajo de Rose Wolfson. Wolff investigaron la
grafología experimental contemporánea y Sonnemann la grafología clínica,
asimismo contemporánea.
Suiza ha contado con Pulver, cuyo nombre y
obra ya se ha mencionado. También con Heider, quien publicó en 1941 su Exacte
Graphologie, que consistía en la argumentación que, aun sin ser conscientemente
intencionada, esta presión de la mano se debe a energías psíquicas bipolares y
tiene bastante que ver con lo que él denomina el peso de una escritura. Se
sintió sumamente impresionado por el descubrimiento de que todo ser humano,
segrega tanto hormonas masculinas como femeninas, predominando en cada caso
unas u otras. Puso estas energías en correlación con el tamaño y amplitud de la
escritura y con la presión de la mano que provoca el desplazamiento
involuntario del papel. Como el tamaño y expansión de las letras y palabras
escritas depende de la forma en que se desplace el papel durante el acto de
escribir, Heider dio por sentado que la presión de la mano y del dedo meñique
se debe a energías psíquicas. Las energías masculinas producen una escritura
grande y espaciada, las femeninas una escritura pequeña y angosta. El sexo real
de la persona no importa. Basó sus teorías en el concepto de que la escritura
es el resultado de la disposición de multitud de diminutas partículas de tinta
(en el caso de la pluma) o de algún tipo de grafito (en el de un lápiz).
En Inglaterra, la grafología ha tenido
todavía poco impacto y ha avanzado aún menos. Esto se debe al conservadurismo
de la mentalidad británica; merece la pena recordar que, para alcanzar el grado
de reconocimiento y aceptación de que goza actualmente en Inglaterra, el
psicoanálisis freudiano necesita casi setenta años. Pero existen en la
actualidad esperanzadores signos de que, al igual que con el psicoanálisis, se
da la hora del cambio de clima favorable a una mayor aceptación y desarrollo de
la grafología. Saudek (grafólogo checo) vivió durante algún tiempo importantes
aportaciones (aceptables para Allport y Vernon) sobre la mecánica de la
escritura, siendo la editorial Brooks la responsable de la popularización de
sus investigaciones entre los lectores de habla inglesa. Jacoby vivió también
durante algún tiempo en Gran Bretaña, siendo dicho país donde escribió su
decisivo y fundamental texto llamado Análisis of Handwriting. Se trataba de un
brillante grafólogo, cuya prematura muerte significó una enorme pérdida para la
ciencia.
APLICACIÓN
Y UTILIDAD DE LA GRAFOLOGÍA Y DE LA GRAFOLOGÍA INFANTIL.
La Ciencia Grafológica ha ganado un amplio
espacio dentro de la ciencia, y en los últimos años a podido sumarse como
ciencia auxiliar en varios ámbitos.
En la Selección de personal las empresas
requieren a menudo de un veraz informe emitido por algún grafólogo. Es habitual
que para cubrir una vacante en alguna empresa, ésta requiere a los postulantes
enviar un currículum y una carta manuscrita (que a veces piden que se realice
in situ para evitar que la escriba un tercero) para determinar a través de un
grafoanálisis si la persona es apta o no para ocupar el puesto ofrecido.
En educación, tanto para los padres como
para los maestros, les brinda la ayuda necesaria para poder investigar en todo
lo referente al medio ambiente del niño, su carácter, la disciplina, sus
problemas y conflictos. La aplicación de la Grafología y su efectividad sirve
tanto para niños, como para adolescentes y adultos. También se la utiliza para
la orientación vocacional y profesional.
En la Justicia, los jueces y magistrados
para tener una definición mental de los acusados recurren a la Grafología. Del
mismo modo los banqueros y reconocidas tarjetas de crédito utilizan los
servicios que brinda un certero e indiscutible peritaje ante documentos y
firmas dudosas.
En lo referente a la medicina es un
auxiliar para detectar muchas enfermedades y para conocer mejor la psicología
íntima del paciente.
Asimismo es un eficaz medio de
autoconocimiento. A partir de las actitudes negativas que pueden aparecer en el
informe de un grafoanálisis de una persona, es ahí donde se puede comenzar a
trabajar internamente y transmutar en positivas esas actitudes, con el
conocimiento consciente de todo lo que se posee para hacer un gran crecimiento.
Ahora bien en cuanto a la Grafología
Infantil o paidografología, como ya se ha mencionado el objeto de la misma es
el estudio específico de la escritura del infante. Mediante ella puede
conocerse el estado psicosomático y gráfico de un niño. Si se cuenta con
escritos o grafías anteriores se puede conocer cuál es la base de la
personalidad del niño. Analizar este material permite conocer su desarrollo
mental y emocional ya que muchas veces la madurez y la edad cronológica no
coinciden.
Las producciones gráficas de la primera
infancia son el mejor elemento para conocer cuestiones básicas de su psiquismo,
como sus deseos o defensas. Cuando se analiza el material gráfico de un niño se
puede obtener información en dos niveles; el de la salud y el de la enfermedad.
De este modo se analiza la información negativa generadora de conflictos, como
trastornos internos del niño y la positiva, como la creatividad o el grado de
inteligencia.
Así en sus primeras grafías que van desde
los 18 meses hasta los 3 años podemos extraer importante información para
posteriores conductas o capacidades del niño. En esta etapa existen tres formas
básicas, las curvas, las rectas y los ángulos.
En los dibujos donde predominan las formas
curvas estamos ante niños con buen ajuste al medio, sensibles y emotivos. En
los movimientos rectos se plasma como es la mente la que dirige y restringe las
emociones. El ángulo, que es una combinación de dos rectas, acentúa lo anterior
con lo que podemos hablar de rigidez e incluso dificultad de adaptación.
Miguel Ángel Pastor Vázquez
Director Técnico
Temis Grafología
(+34) 655 220 865









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