La
escritura maya, mal llamada jeroglíficos mayas, fue el sistema de escritura
usado por la civilización maya precolombina en Mesoamérica. Fue llamada
jeroglífica por los antiguos exploradores europeos de los siglos XVIII y XIX,
quienes no la entendían, pero encontraron que tenía reminiscentes similitudes
en su apariencia con los jeroglíficos egipcios, con los que la escritura maya
no está relacionada.
Se
trata del único sistema de escritura descifrado de los sistemas de escritura
mesoamericanos. Las primeras inscripciones que son identificables como mayas
datan del siglo III a. C., y la escritura fue usada hasta un poco después de la
llegada de los conquistadores españoles en el siglo XVI (e incluso luego en
lugares como Tayasal). La escritura maya usaba logogramas complementados por un
juego de glifos silábicos, con funciones similares a los de la escritura
japonesa.
Inscripción
en glifos mayas de la localidad de Naranjo, refiriéndose al reinado de
Itzamnaaj K'awil pana kmanana, 784-810.
La
escritura maya se compone de un complejo conjunto de glifos que laboriosamente
se pintaban en cerámica, muros, o códices; se tallaban en madera o piedra (en
los que destacan los trabajos en las estelas e interiores de ciertas
pirámides); o se moldeaban en estuco. Los glifos tallados y moldeados también
se pintaban, aunque con frecuencia la pintura se deterioraba hasta perderse. La
escritura maya era un sistema logosilábico cuyo significado es discutido. Los
símbolos individuales ("glifos") podían representar bien una palabra
(normalmente un morfema) o una sílaba; a decir verdad, el mismo glifo con frecuencia
podía usarse de las dos formas. Por ejemplo, el glifo calendárico MANIK’ se
usaba asimismo para representar la sílaba chi. (Por convención se escriben las
lecturas logográficas en mayúsculas y las lecturas fonéticas en cursiva
(itálica). Es posible, pero no está comprobado, que estas lecturas conflictivas
se originaran al ser adaptada esta escritura a nuevos idiomas, como sucedió con
los caracteres Han para el japonés (kanji). Igualmente hubo ambigüedad en
sentido contrario: glifos diferentes se podían leer de la misma manera. Por
ejemplo, media docena de glifos sin relación aparente se empleaban para
escribir el pronombre de tercera persona u-, de uso muy común. La escritura
maya se escribía usualmente en bloques organizados en columnas de dos bloques
de ancho.
Dentro
de cada bloque, los glifos eran dispuestos de arriba hacia abajo y de izquierda
a derecha, aparentemente casi como los bloques silábicos de la escritura
coreana Hangul. No obstante, en el caso del maya, cada bloque tendía a
corresponderse con una frase nominal o verbal tal como 'su tocado verde'.
Además, los glifos a veces eran abreviados o condensados, en donde un elemento
de un glifo sustituiría parte de otro. La condensación que aparece en otras
escrituras: Por ejemplo, en los manuscritos españoles medievales la palabra de
a veces se escribía Ð (una D con el trazo central de una E). Un ejemplo en
inglés es la "y comercial" (en inglés ampersand) o et (&) que es
una ligadura de la palabra "et" en francés normando. A veces, en
lugar de la configuración usual de los bloques, se escribían los glifos mayas
en renglones o columnas sencillas, o en forma de 'L' o 'T'. Estas variaciones
aparecían más frecuentemente cuando se adaptaban mejor al área disponible para
escribir.
Los
glifos mayas eran básicamente logográficos, es decir, cada símbolo representaba
un ente o concepto, como "pescado" o "jaguar". En general,
los glifos utilizados como elementos fonéticos fueron en su origen logogramas
correspondientes a palabras que en lenguaje hablado eran monosílabos,
monosílabos que o bien terminaban en una vocal, o bien en una consonante débil
como y, w, h o una oclusiva glotal (sonido parecido al de la h en las
interjecciones ¡uh!, ¡ah!, ¡eh! del castellano).
Un
ejemplo es la evolución a glifo fonético del logograma 'aleta de pescado' (en
maya: Kah). Este glifo, que puede aparecer en dos representaciones: podía ser
el dibujo de una aleta de pescado, o también el de un pescado con aletas
prominentes, se convirtió en la representación de la sílaba "ka".
Estos
glifos fonéticos silábicos que surgieron de esta forma tenían dos funciones
básicas: por un lado, servían como complementos fonéticos para desambiguar
logogramas con más de un significado (esto ocurrió también en la escritura
egipcia), y, por otro, se usaban para escribir elementos gramaticales que
carecían de logograma, tales como inflexiones de los verbos (en analogía con el
japonés moderno). Por ejemplo, la voz bálam, jaguar, podía escribirse como un
sólo logograma (lo representaremos como BALAM en lo que sigue, por comodidad),
o podía matizarse añadiéndole logogramas fonéticos, según contexto (ba—BALAM, o
también BALAM-—ma, o ba—BALAM—ma, donde ba y ma son glifos fonéticos), o
incluso podía escribirse de forma totalmente fonética, con tres glifos
(ba—la—ma)
Los
glifos fonéticos representaban sílabas simples abiertas (formadas por consonante
vocal o únicamente vocal). Sin embargo la fonotáctica maya es un poco más
complicada. La mayoría de palabras mayas finalizan en consonante, no en vocal,
y también pueden encontrarse secuencias de dos consonantes en medio de la
palabra, como en xolte’ [ʃolteʔ] 'cetro', que es CVCCVC. Cuando estas consonantes
finales eran sonantes (l, m, n) o glotales (h, ’) a veces se omitían en la
escritura, pero más frecuentemente las consonantes finales se escribían, lo que
significa que también aparecía una vocal extra. Ésta era típicamente una vocal
"imitativa" que repetía la de la sílaba anterior. Así, la palabra
[kah] 'aleta de pescado' se escribiría ka-ha. Sin embargo hay muchos otros
casos donde se usaba otra vocal final, y sus reglas ortográficas sólo se han
comprendido parcialmente. He aquí lo que se comprende actualmente:
Una
sílaba CVC se escribía CV-CV con las dos vocales iguales: yo-po [yop] 'hoja'.
Una
sílaba con vocal larga (CVVC) se escribía CV-Ci, a menos que la vocal larga
fuera [i], en cuyo caso se escribía Ci-Ca: ba-ki [baak] 'cautivo', yi-tzi-na
[yitziin] 'hermano menor'.
Una
sílaba con vocal glotalizada (CV’C o CV’VC) se escribía con una a final si la
vocal era [e, o, u], o con una u final si la vocal era [a] o [i]: hu-na [hu’n]
'papel', ba-tz'u [ba’tz’] 'mono aullador'.
Una
forma escrita más compleja es ha-o-bo ko-ko-no-ma para [ha’o’b kokno’m] 'ellos
son los guardianes'. (La duración y la glotalización de las vocales no siempre
estaban indicadas en palabras comunes como 'ellos son'). Un conjunto mínimo,
sin traducción completa, es el siguiente:
ba-ku
[bak]
ba-ki
[baak]
ba-ku
[ba’k] o [ba’ak]
ba-ke
[baakel] (omitiendo la l)
Glifos emblema
Un
"glifo emblema" es un tipo de título real. Está conformado por la
palabra ajaw (un término del maya clásico para "señor", sin
etimología clara aún, pero con fuentes coloniales bien atestiguadas) y un
topónimo que precede a la palabra ajaw y funciona como adjetivo. A veces el
título está precedido por el adjetivo k’uhul "santo" o
"sagrado".
Por
supuesto un glifo de emblema no es del todo "un glifo", pues se puede
escribir con cualquier cantidad de signos silábicos y logográficos y están
atestiguadas varias ortografías alternativas para las palabras k’uhul y ajaw,
que forman la parte invariante del título. El término "glifo emblema"
es simplemente una reminiscencia de la época en que los mayistas no podían
interpretar satisfactoriamente las inscripciones mayas clásicas y tenían que
conformarse con algunos apelativos aislando ciertos componentes estructurales
recurrentes en la narrativa escrita.
Glifo
de emblema
Este
título fue identificado en 1958 por Heinrich Berlín, quien acuñó el término
"glifo emblema". Berlín notó que los "glifos emblema"
constaban de un signo principal de mayor tamaño que los otros dos signos cuya
lectura actual es k’uhul ajaw. Berlín también notó que mientras los elementos
pequeños permanecían relativamente constantes, el signo principal cambiaba
entre un sitio y otro. Berlín propuso que los signos principales identificaban
a ciudades individuales, a sus dinastías reinantes o a los territorios
controlados por ellas. Seguidamente, Marcus argumentó que los glifos de
emblema se referían a sitios arqueológicos, dispuestos en una jerarquía de
cinco niveles de distribución asimétrica. La investigación de Marcus asumía que
los glifos de emblema estaban distribuidos en un patrón de importancia relativa
del sitio dependiendo de la amplitud de su distribución, vagamente desglosada
como sigue: Centros regionales primarios (capitales) (Tikal, Calakmul, y otras
ciudades supremas) eran generalmente las primeras de su región en adoptar un
glifo emblema. Los textos que se refieren a otros centros regionales primarios
aparecen en los textos de estas "capitales", y existen dependencias
que utilizan el glifo del centro primario. Los centros secundarios (Altun Ha,
Luubantuun, Xunantunich, y otras ciudades intermedias) tenían sus propios
glifos pero sólo eran mencionadas raramente en los textos encontrados en el
centro regional primario, mientras que repetidamente mencionan el centro
regional en sus propios textos. Los centros terciarios (pueblos) no tenían
glifos propios, pero sí textos que mencionan los centros primarios y quizás
ocasionalmente los centros secundarios. A éstos seguían las aldeas sin glifos
emblema ni textos que mencionen los centros mayores, y los caseríos con mínima
evidencia de textos. Este modelo estuvo irrefutado por más de una década hasta
que Mathew y Juteson, argumentaron una vez más que los glifos emblema eran los
títulos de gobernantes mayas con cierta asociación geográfica.
El
debate sobre la naturaleza de los glifos emblema sufrió un nuevo giro con la
monografía de Stuart and Houston. Los autores demostraron convincentemente que
había cantidades de topónimos propiamente dichos, algunos reales, otros
mitológicos, mencionados en las inscripciones. Unos de estos topónimos
aparecían también en los "glifos emblema", algunos fueron
atestiguados en los "títulos de origen" (similares a los
gentilicios), pero otros no estaban totalmente incluidos en títulos personales.
Además, los autores resaltaron los casos en los que los "títulos de
origen" y los "glifos emblema" no se superponían, apoyándose en
una investigación anterior de Houston.7 Houston notó que el establecimiento y
difusión de la dinastía originada en Tikal en la región de Petexbatun fue
acompañada por la proliferación de gobernantes que usaban el "glifo
emblema" de Tikal poniendo ascendencia política y dinástica sobre los
centros de gobierno de la época.
Historia
Hasta
hace poco se creía que los mayas habían adoptado su escritura de la olmeca o de
la epi-olmeca. Sin embargo, recientes descubrimientos han llevado el origen de
la escritura maya varios siglos atrás, y parece posible que los mayas hayan
sido los que inventaron la escritura en Mesoamérica.
El
conocimiento del sistema de escritura maya continuó en los inicios de la época
colonial y según referencias, algunos de los primeros sacerdotes españoles que
fueron a Yucatán aprendieron su escritura. El padre Diego de Landa, primer
obispo de Mérida, escribió «Relación de cosas del Yucatán» durante la conquista
española. El Padre Landa escribió que estaba orgulloso de haber quemado una
gran cantidad de libros indígenas, manuscritos y símbolos redactados en
escritura maya, después de que viera que muchos indígenas continuaban con sus
creencias que él consideraba sacrílegas o bárbaras. El padre Landa redactó su
crónica para dejar constancia de su celo en la conversión de los nativos de
América pero como, al mismo tiempo, dejó constancia de informaciones
etnográficas valiosas y descripciones exactas de la escritura de los mayas, se
pudieron rescatar del olvido muchos datos que sirvieron, cientos de años
después, para ayudar a interpretar dicha escritura. Los jeroglíficos
reproducidos por el obispo de Mérida de las obras quemadas por los
conquistadores cristianos eran exactamente los mismos que J.L. Stephen había
encontrado en los monumentos históricos de la selva en los territorios del sur
cuando descubrió Copan el 17 de noviembre de 1839. Eso sirvió para transcribir
los calendarios jeroglíficos mayas y los cálculos del tiempo que realizaban los
mayas. El libro de Landa fue descubierto en la Biblioteca Real de Madrid en
1869 por Brasseur de Bourgbourg y permitió realizar nuevas hipótesis con respecto
a la escritura maya.
Gracias a que Landa registró un glosario de sonidos mayas y símbolos relacionados - Landa dedujo lo que creyó era el "alfabeto" maya, conocido como el alfabeto de Landa, después desvirtuado como ilógico, su libro posteriormente se convirtió en un recurso clave en el desciframiento de la escritura maya. La dificultad en el desciframiento radicaba en que no había correspondencia unívoca entre el alfabeto español y los caracteres mayas, y los nombres de las letras del alfabeto no tenían significado para el escriba maya que asistió a Landa en su investigación, de modo que pidiendo Landa que escribiera, por ejemplo, "L" (ele): e-le (el escriba debió de entender en palabras de su propio idioma), y codificó el resultado como la "letra L".
Gracias a que Landa registró un glosario de sonidos mayas y símbolos relacionados - Landa dedujo lo que creyó era el "alfabeto" maya, conocido como el alfabeto de Landa, después desvirtuado como ilógico, su libro posteriormente se convirtió en un recurso clave en el desciframiento de la escritura maya. La dificultad en el desciframiento radicaba en que no había correspondencia unívoca entre el alfabeto español y los caracteres mayas, y los nombres de las letras del alfabeto no tenían significado para el escriba maya que asistió a Landa en su investigación, de modo que pidiendo Landa que escribiera, por ejemplo, "L" (ele): e-le (el escriba debió de entender en palabras de su propio idioma), y codificó el resultado como la "letra L".
Landa
también se ocupó de crear una ortografía en alfabeto latino para la lengua maya
yucateca. Ésta fue la primera ortografía sobre las lenguas mayas, que son unas
treinta.
Sólo
se sabe de cuatro códices mayas que han sobrevivido a los conquistadores. La
mayoría de textos mayas sobrevivientes se han encontrado en cerámicas halladas
en tumbas mayas, o de monumentos y estelas erigidas en sitios luego abandonados
o tallados antes de la llegada de los españoles.
El
conocimiento del sistema de escritura se perdió probablemente a finales del
siglo XVI o principios del XVII. Pero en el siglo XIX surgió un interés
renovado por los yacimientos arqueológicos mayas.
Desciframiento
El
desciframiento de la escritura fue un proceso largo y laborioso. Los
investigadores del siglo XIX y comienzo del XX se encargaron de descifrar los
numerales mayas y pasajes de textos relacionados con la astronomía y el
calendario maya, pero la comprensión de lo demás estuvo más allá del alcance de
los académicos. Yuri Knorozov desempeñó un papel principal en el desciframiento
de la escritura maya.
En 1952 él publicó un documento titulado "Drevniaia Pis’mennost’ Tsentral’noi América" ("Antigua escritura de Centroamérica") donde argumentaba que el llamado "alfabeto de Landa" contenido en el manuscrito del obispo Diego de Landa "Relación de las cosas de Yucatán" se componía de sílabas más que de símbolos alfabéticos. Más tarde mejoró su técnica de desciframiento en su monografía de 1963 "The Writing of the Maya Indians" ("La escritura de los indígenas mayas")12 y publicó traducciones de manuscritos mayas en su obra de 1975 "Maya Hieroglyphic manuscritos" ("Manuscritos jeroglíficos mayas"). En la década de 1960 los progresos revelaron los registros dinásticos de los gobernantes mayas. Desde inicios de la década de 1980 se ha demostrado que la mayor parte de los símbolos anteriormente desconocidos forman un silabario y desde entonces el avance en la interpretación de la escritura maya se aceleró.
En 1952 él publicó un documento titulado "Drevniaia Pis’mennost’ Tsentral’noi América" ("Antigua escritura de Centroamérica") donde argumentaba que el llamado "alfabeto de Landa" contenido en el manuscrito del obispo Diego de Landa "Relación de las cosas de Yucatán" se componía de sílabas más que de símbolos alfabéticos. Más tarde mejoró su técnica de desciframiento en su monografía de 1963 "The Writing of the Maya Indians" ("La escritura de los indígenas mayas")12 y publicó traducciones de manuscritos mayas en su obra de 1975 "Maya Hieroglyphic manuscritos" ("Manuscritos jeroglíficos mayas"). En la década de 1960 los progresos revelaron los registros dinásticos de los gobernantes mayas. Desde inicios de la década de 1980 se ha demostrado que la mayor parte de los símbolos anteriormente desconocidos forman un silabario y desde entonces el avance en la interpretación de la escritura maya se aceleró.
Al
parecer los mayas habrían heredado algunos elementos, y quizás la base
completa, de su antiguo sistema de escritura a partir de los olmecas, el cual
habría sido modificado significativamente y luego expandido por los mayas en el
período preclásico.
Los textos de este período son menos numerosos y menos comprensibles para los arqueólogos que los textos posteriores. (Sin embargo, la escritura ístmica o epi-olmeca fue considerada alguna vez como un posible ancestro directo de la escritura maya, ahora se la considera varios siglos más reciente, y en cambio podría ser descendiente). Otras culturas mesoamericanas relacionadas y cercanas del mismo período serían también herederas de la escritura olmeca, y habrían desarrollado sistemas paralelos que compartían atributos claves (como el sistema de numeración vigesimal representado por puntos y barras). No obstante, se cree generalmente que los mayas desarrollaron el único sistema de escritura completo en Mesoamérica, siendo la única civilización de su región que contaba con un sistema de escritura completo, capaz de escribir cualquier existente en el lenguaje hablado; a diferencia de los sistemas empleados - por ejemplo - por la cultura Mexica, que empleaban un sistema basado en el principio del rebús.
Los textos de este período son menos numerosos y menos comprensibles para los arqueólogos que los textos posteriores. (Sin embargo, la escritura ístmica o epi-olmeca fue considerada alguna vez como un posible ancestro directo de la escritura maya, ahora se la considera varios siglos más reciente, y en cambio podría ser descendiente). Otras culturas mesoamericanas relacionadas y cercanas del mismo período serían también herederas de la escritura olmeca, y habrían desarrollado sistemas paralelos que compartían atributos claves (como el sistema de numeración vigesimal representado por puntos y barras). No obstante, se cree generalmente que los mayas desarrollaron el único sistema de escritura completo en Mesoamérica, siendo la única civilización de su región que contaba con un sistema de escritura completo, capaz de escribir cualquier existente en el lenguaje hablado; a diferencia de los sistemas empleados - por ejemplo - por la cultura Mexica, que empleaban un sistema basado en el principio del rebús.
Otros
hallazgos
Como
los primeros ensayos de Knorozov contenían pocas lecturas nuevas y los editores
soviéticos agregaron reclamos de aparente corte propagandístico, algunos
mayistas occidentales simplemente desconocieron el trabajo de Knorozov. Sin
embargo, en la década de 1960 más llegaron a ver el enfoque silábico
potencialmente fructífero, y se empezaron a desarrollar posibles lecturas
fonéticas de los símbolos cuyo significado general fuera comprendido a partir
del contexto. El epigrafista Eric S. Thompson fue uno de los mayores oponentes
de Knorosov y de su enfoque silábico. Se ha dicho que los desacuerdos de
Thompson retrasaron el desciframiento.
En
1959, al examinar lo que la académica ruso-estadounidense Tatiana
Proskouriakoff denominó "un patrón de fechas peculiar" en
inscripciones monumentales de piedra en el sitio maya clásico de Piedras
Negras, Proskouriakoff determinó que éstas representaban eventos en la vida de
un individuo, más que estar relacionados con la religión, la astronomía, o las
profecías, como lo sostenía la "vieja escuela" representada por
Thompson. Esto probó ser cierto para muchas inscripciones mayas, y reveló que
los registros epigráficos mayas estaban relatando historias reales de gobernantes,
historias de dinastías similares en su naturaleza a las registradas en culturas
humanas letradas por todo el mundo. De repente los mayas ingresaron en la
historia escrita.
Aunque
ya era claro lo que había en muchas inscripciones mayas, aún no podían ser
literalmente leídas. No obstante se logró un progreso mayor durante las décadas
de 1960 y 1970, utilizando una multitud de aproximaciones que incluían análisis
de patrones, el "alfabeto" de Landa, los hallazgos de Knorozov, y
otros. En la historia del desciframiento de los mayas, no podía separarse el
trabajo de arqueólogos, historiadores de arte, epigrafistas, lingüistas, y
antropólogos. Todos contribuyeron a un proceso verdadera y esencialmente
multidisciplinario. Entre las figuras claves estaban incluidos David H. Kelley,
Ian Graham, Gilette Griffin, y Michael Coe.
Sucedieron
hallazgos en la década de 1970 - particularmente, en la primera Mesa Redonda de
Palenque, una conferencia académica organizada por Merle Greene Robertson en el
sitio maya clásico de Palenque realizada en diciembre de 1973. Un grupo de
trabajo fue conducido por Linda Schele, una historiadora de arte y epigrafista
de la Universidad de Texas en Austin, que incluía a Floyd Lounsbury, un
lingüista de la Universidad de Yale, y Peter Mathews, por entonces estudiante
de David H. Kelley en la Universidad de Calgary (a quien Kelley envió por no
haber podido asistir él). En una tarde ellos lograron descifrar la primera
lista dinástica de reyes mayas - los antiguos reyes de la ciudad de Palenque.
Mediante la identificación de un signo como un título real importante (que se
lee recurrentemente k'inich), el grupo pudo identificar y "leer" las
historias de vida (desde el nacimiento, hasta el ascenso al trono, y la muerte)
de seis reyes de Palenque.
Desde
ese punto, el progreso continuó a paso exponencial, no solamente en el
desciframiento de los glifos mayas, sino también hacia la construcción de una
comprensión nueva de la civilización maya, basada en la Historia.
En 1988, Wolfgang Gockel publicó una traducción de las inscripciones de Palenque basadas en una interpretación morfémica, en lugar de silábica, de los textos glíficos. La "vieja escuela" seguía rechazando los resultados de la nueva academia por algún tiempo más. Un acontecimiento decisivo que ayudó a cambiar el viento a favor del nuevo enfoque ocurrió en 1986, en una exhibición titulada "La Sangre de los Reyes: Una nueva interpretación del arte maya (The Blood of Kings: A New Interpretation of Maya Art)". Ésta fue organizada por Intercultural y el Museo de Arte Kimbell y curada por Schele y la historiadora de arte de Yale Mary Miller. Esta exhibición y el catálogo para los asistentes - con publicidad internacional - revelaron a una vasta audiencia el nuevo mundo que se había abierto recientemente gracias al avance en el desciframiento de las inscripciones mayas. Ahora no sólo se podía leer y entender una historia real de la América antigua, sino que la luz que cubría los restos materiales de los mayas los muestra como individuos reales y reconocibles. Quedaron revelados como personas con una historia como la de todas las demás sociedades humanas, llena de guerras, luchas dinásticas, alianzas políticas cambiantes, sistemas religiosos y artísticos complejos, expresiones de propiedad y soberanía personal, y así sucesivamente. Además, la nueva interpretación, como lo demostró la exhibición, daba sentido a muchas obras de arte cuyo significado había sido oscuro, y mostraba cómo la cultura material de los mayas representaba un sistema cultural y una cosmovisión completamente integrados. Atrás quedaba el antiguo punto de vista de Thompson de los mayas como astrónomos pacíficos sin conflictos u otros atributos característicos de la mayor parte de las sociedades humanas.
En 1988, Wolfgang Gockel publicó una traducción de las inscripciones de Palenque basadas en una interpretación morfémica, en lugar de silábica, de los textos glíficos. La "vieja escuela" seguía rechazando los resultados de la nueva academia por algún tiempo más. Un acontecimiento decisivo que ayudó a cambiar el viento a favor del nuevo enfoque ocurrió en 1986, en una exhibición titulada "La Sangre de los Reyes: Una nueva interpretación del arte maya (The Blood of Kings: A New Interpretation of Maya Art)". Ésta fue organizada por Intercultural y el Museo de Arte Kimbell y curada por Schele y la historiadora de arte de Yale Mary Miller. Esta exhibición y el catálogo para los asistentes - con publicidad internacional - revelaron a una vasta audiencia el nuevo mundo que se había abierto recientemente gracias al avance en el desciframiento de las inscripciones mayas. Ahora no sólo se podía leer y entender una historia real de la América antigua, sino que la luz que cubría los restos materiales de los mayas los muestra como individuos reales y reconocibles. Quedaron revelados como personas con una historia como la de todas las demás sociedades humanas, llena de guerras, luchas dinásticas, alianzas políticas cambiantes, sistemas religiosos y artísticos complejos, expresiones de propiedad y soberanía personal, y así sucesivamente. Además, la nueva interpretación, como lo demostró la exhibición, daba sentido a muchas obras de arte cuyo significado había sido oscuro, y mostraba cómo la cultura material de los mayas representaba un sistema cultural y una cosmovisión completamente integrados. Atrás quedaba el antiguo punto de vista de Thompson de los mayas como astrónomos pacíficos sin conflictos u otros atributos característicos de la mayor parte de las sociedades humanas.
Sin
embargo, tres años más tarde, en 1989, un contraataque final fue lanzado por
quienes todavía eran renuentes a la interpretación moderna del desciframiento.
Esto ocurrió en una conferencia en Dumbarton Oaks. No se atacaba directamente a
la metodología ni a los resultados del desciframiento y se sostenía que los
textos mayas antiguos habían sido leídos, pero que eran
"epifenomenales". Este argumento se extendió desde una perspectiva
populista para decir que los textos descifrados trataban solamente de los
asuntos y creencias de la élite de la sociedad, y no acerca de mayas del común.
Michael Coe en oposición a esta idea describió "epifenomenal" como:
una
insignificante palabra con el objeto de decir que la escritura maya es sólo de
aplicación marginal ya que es secundaria a aquellas instituciones más primarias, economía y sociedad; tan bien estudiadas por los arqueólogos de terreno.
Linda
Schele observó luego de la conferencia que esto es como decir que las
inscripciones del antiguo Egipto - o los escritos de los filósofos o los historiadores
griegos - no revelan nada importante sobre sus culturas. La mayoría de
documentos escritos en la mayor parte de culturas nos cuentan acerca de la
élite, debido a que en la mayor parte de las culturas del pasado, sólo había
algunos que podían (conocían o tenían los medios para) escribir (o podían hacer
registrar cosas mediante escribas o grabarlas en monumentos).
El
progreso en el desciframiento continúa a paso rápido actualmente, y los
académicos aceptan en general que ahora más del 90 por ciento de los textos
mayas se pueden leer con precisión razonable. Hacia 2004, como mínimo se
conocía un glifo fonético para cada una de las sílabas.
Miguel Ángel Pastor Vázquez
Temis Grafología
Mail: temisgrafologia@gmail.com
Tel: (+34) 655 220 865
Miguel Ángel Pastor Vázquez
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